jueves, julio 12, 2007

::La luz no es suficiente

Desde el interior de aquella cueva miraba incrédulo la salida que lo había eludido por años. Había aprendido a vivir en la profunda oscuridad, olvidando por completo el brillo del sol, los colores que deriva y la percepción de día y noche. Se había olvidado hasta de su propio rostro. Viendo la luz de lejos, por unos segundos permaneció estupefacto. Luego con pasos lentos caminó hacia ella, ella la luz, desconfiado, como quien se siente traicionado por una mente en espejismos. Aun con miedo, llegó a la salida y sentose al pie de la misma, en la penumbra entre la intensa luz y la oscuridad total. Llovía fuerte y hacía frío. Frente a aquel portal, un pequeño charco servía de espejo donde pudo verse a sí mismo. Piel descolorida y ya cuarteada por el tiempo; barbas desaliñadas que se mezclaban con su cabellera larga y plateada. Su cuerpo aunque delgado, aún conservaba su fortaleza en medio de aquella desnudez. Sus ropas se habían desecho hacía años.
Pasó un ave cual relámpago a unos quince metros de distancia. Demasiado veloz, pensó. Demasiada luz, demasiado color. Demasiada agua, demasiado frío. Después de algunos también demasiados minutos de saborear el mundo exterior, este se le hacía demasiado dulce y a la vez demasiado amargo. Demasiado todo; demasiado. Se puso de pie, y dándole la espalda a la luz caminó de vuelta hacia las tinieblas, allá donde se sentía en casa, donde el tiempo no pasaba y donde no le esperaban sorpresas. El hombre habría de aprender que la libertad no se encuentra donde está la abundancia sino donde el alma aflora paz. Y se adentró en aquella cueva para nunca más salir.
Han pasado ya doscientos cuatro años, tres meses y ocho días desde la última vez que fue visto y se asume que debe haber muerto ya que ningún hombre ha durado tanto tiempo en este mundo. Sin embargo nadie ha encontrado sus restos.

No hay comentarios.: