Por aquí también se ve al mendigo que colecta centavos al pie del rascacielo para luego fumárselos, porque su cuerpo rápidamente aprende que el humo mágico sacia el hambre mejor que el pan que escasea o que nunca llega. Mi gente confunde la humildad con la pobreza y siente orgullo de la segunda, aun cuando a veces nos quedamos cortos de la primera.
Pero que aquellas cosas que nos hacen imperfectos no opaquen lo hermoso de nuestra gente, ni lo grandioso de nuestras familias, y que no se manche nuestro suelo de rencor importado, porque para bien o para mal, estamos enfermos de paz.
Me impongo un desafío: viajar más allá de las palabras, donde el silencio de mis hechos se tome el mérito de renovar una conciencia que, mellada por los tropiezos de la historia, nos ha dejado una herencia frágil, incierta.
No me tomes a mal, tierra mía, que lo digo desde la profundidad de mi alma, con la verdad de frente, como se hace cuando se ama. Porque no serás perfecta, pero eres mía.
1 comentario:
Mia..tenida que saber de que se trataba.., y me encanto flaco..
Beso..Bettina
Publicar un comentario